El pequeño grupo que salió de Jerusalén y atravesó el
torrente Cedrón, hasta llegar a Getsemaní. Nuestro Señor “comenzó a
entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste hasta la
muerte” (Marcos 14:33-34)
La narración de los evangelios es sobria, y esto prueba que
los hechos narrados son inescrutables. El libro de los salmos contiene muchas
expresiones que muestran la angustia que experimento Jesús al acercarse a la
cruz (salmo 69, 102...) Cuan compasivo fue nuestro Señor con los hombres, a quienes venía a salvar. Además de los
padecimientos físicos de la crucifixión, iba a sufrir la ingratitud y la
crueldad de sus criaturas. Pero mas que cualquier dolor, Jesús entreveía las
tres horas de tinieblas en que Dios se iba a ocultar de Él. Perfectamente santo
y puro, sólo podía angustiarse por ser hecho pecado por nosotros (2 corintios
5:21)
El Señor se apartó de sus discípulos a distancia de un tiro
de piedra (lucas22:41) Siempre hay una distancia entre el creyente y su Señor,
aun cuando una íntima comunión los una. En una ardiente suplica, dijo a su
Padre: “Padre si es posible pase de mi esta copa”. Más no era posible, porque
si Él no hubiese pagado el precio, ¿Cómo entonces tendríamos perdón?
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran
clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su
temor reverente.
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen
hebreos 5:7-9
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