Por
desgracia, en algunos matrimonios la armonía no es como debería ser. Aun cuando
ambos esposos sean creyentes, se pueden producir crisis conyugales. Si se mira
superficialmente, existen variados motivos. Pero cuando se busca la causa más
profunda de los problemas, en la mayoría de los casos, pronto se llega al
verdadero motivo: el YO es el mayor impedimento para un matrimonio armonioso,
fundado en un amor mutuo.
¡Cuántas personas buscan en el matrimonio la realización
de su YO, en lugar de aprender a renunciar a él con abnegación! Renunciar al YO
no significa perder valor ante los ojos del conyugue. No, pero esa renuncia
debe conducir al desarrollo del NOSOTROS y a una real armonía.
Alguien
opinó de este tema: “no exija de su conyugue que el realice primero el
NOSOTROS; esto sería solo elevar su propio YO. El nosotros sólo lo encontrará
renunciando a su YO” ¡Cuánta razón tenía! La llave del amor se llama: PARA TI.
¿De dónde se
obtiene la fuerza para semejante vida matrimonial?
Del Señor
Jesús, quien nos redimió. Él quiere ayudar diariamente a cada uno de los suyos
a actuar como él cuando estuvo en la tierra. Nunca pensó en sí mismo, sino que
siempre pensó en el bienestar de los demás. Sigamos sus pisadas; Su Santo
Espíritu nos dará fuerza para ello.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser
1ª Corintios 13: 4-8
p4u♥
p4u♥
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