Lección 6 A




Los libros de historia parte 3




En la lección 5B vimos que los libros de historia cubren tres períodos, con un total de 1000 años. Continuaremos nuestro estudio de esos períodos en esta lección.
Los tres períodos cubiertos por los libros de historia son el período de los jueces, período de los reyes y período del exilio.




El período de los reyes

Hasta ahora hemos aprendido acerca de los primeros 2 reyes de Israel; Saúl y David.
El tercer rey fue el hijo de David, Salomón. Dios dio al rey Salomón grandes riquezas y gran sabiduría. Salomón fomentó el comercio con muchos países, escribió el libro de proverbios y construyó el magnífico templo en Jerusalén.
 Aunque Israel era una nación poderosa y famosa, ya bajo Salomón, evidenciaba dos señales de debilidad. Como fisuras en una muralla, los dos pecados iban a crecer y crecer hasta derrumbar la nación entera. Los pecados eran la opresión a los pobres y la adoración a otros dioses.

Dios había advertido acerca de estos pecados, como vimos en lecciones anteriores. Se agravaron en el periodo de los reyes.
En el tiempo de su mayor fama, el rey Salomón también cayó en esos pecados. Obligo al pueblo a pagar altos impuestos y a trabajar sin pago para construir su enorme templo y palacio. (Opresión a los pobres)
Para establecer vínculos con otras naciones Salomón se casó con princesas extranjeras. (1Reyes11:1-5) tuvo 700 esposas y 300 concubinas, estas esposas extranjeras condujeron a Salomón a pecar adorando a otros dioses.
El castigo de Dios vino por causa de estos pecados y después de la muerte de Salomón, su reino se dividió en dos. De las doce tribus, diez formaron el reino de Israel y dos el reino de Judá. Al norte Israel y al sur Judá.

Tenemos que usar estos nombres con cuidado porque hasta el tiempo de Salomón, el nombre Israel incluía las doce tribus. Pero después de la división, Israel se refiere solamente a la parte norte, de esa fecha en adelante debemos hablar de los reinos de Israel y Judá.

Después de la división, la mayoría de los reyes de Judá e Israel continuaron en los pecados de Salomón.
Poe ejemplo, uno de los reyes del norte llamado Acab, demandó que un hombre, Nabot, le vendiera su terreno. Cuando Nabot se negó, se le acuso falsamente y fue apedreado hasta la muerte. Luego Acab tomo posesión del terreno.

Dios se enojo y envió a su profeta Elías para condenar al rey Acab.
“Y le hablarás diciendo: Así ha dicho Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre”.
Elías condenó a Acab no solo por oprimir a los pobres, sino también por adorar a otros dioses. Acab ay su esposa alentaron la adoración del dios Baal. Mucha gente en Israel pensaba que podía adorar a otros dioses a la vez, es decir a Dios y a Baal. Elías les dijo: “¿Hasta cuando claudicaréis entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él”. (1 reyes 18:21) 
Elías desafió a los profetas de Baal para ver quien era el Dios verdadero. Les dijo que construyeran un altar para Baal y el construiría uno para Jehová. Luego dijo:
Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios.”
En la creencia del pueblo, Baal era el dios del relámpago y del fuego pero, por mas que oraron, no vino fuego sobre su altar. Luego toco el turno de Elías:

“Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.
 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,
edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña.
Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!  Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló. 
La opresión a los pobres como la adoración a otros dioses es aun común en todo el mundo. Como fisuras en un muro, esos pecados gradualmente empeoraron y Dios advirtió al pueblo que serían castigados, pero este, no hizo caso.


El período del exilio

Cuando una fisura se extiende por toda una muralla, esta se derrumba. Así fue como los reinos de Israel y Judá se derrumbaron. Ambos reinos fueron destruidos por ejércitos extranjeros.
Dios utilizó imperios extranjeros para castigar al pueblo. Primero, permitió que el reino del norte, Israel fuera destruido por el ejército Asirio. 135 años más tarde, el reino de Judá fue conquistado por Babilonia. Estos ejércitos destruyeron las ciudades, dejaron en cenizas el templo y arrastraron a muchas personas al exilio.
El pueblo de Dios fue llevado lejos de su hogar, casi 100 km de distancia.
El reino de Israel desapareció y fue reemplazado por los samaritanos. Judá volvió del exilio para continuar siendo el remanente del pueblo de Dios.
En exilio el pueblo de Dios se quebrantó de corazón y dijeron: “Como cantaremos cantico de Jehová en tierra de extraños” (salmo 137:4). Pero Dios no se había olvidado de ellos y usó ese tiempo para purificarlos. Así su fe aumentó, en vez de debilitarse. De esto podemos aprender:
-      Dios puede castigarnos pero no nos abandona
-      Dios siempre está con nosotros, aun en tiempos difíciles.
-      Dios utiliza los sufrimientos para fortalecer nuestra fe.
En esta lección hemos visto que la gran sabiduría y riqueza de Salomón no impidió que el y su país cayeran en dos grandes pecados. Esos pecados fueron cometidos vez tras vez, hasta que por fin Dios tuvo que castigar a su pueblo. Pero aun en exilio no se olvidó de ellos, purifico su fe y al final los trajo de nuevo a su patria.