Donde no existe la gracia de Dios, nace la amargura.


Cuanto más caminemos en el jardín, más se nos pegará el aroma de las flores. Cuanto más nos sumerjamos en la gracia, más daremos gracia.
¿Pudiera ser esta la clave para enfrentar la ira? ¿Pudiera ser que el secreto no es exigir el pago sino meditar en lo que tu Salvador pagó?

¿Rompe tu amigo sus promesas? ¿No hizo honor a sus palabras tu jefe? Lo lamento, pero antes de hacer algo, responde esta pregunta: ¿Cómo reacciona Dios cuando rompes las promesas que le haces?

¿Te han mentido? El engaño duele. Pero antes de que contraigas los puños, piensa: ¿Cómo respondió Dios cuando le mentiste?

¿Te han echado a un lado? ¿Te han olvidado? ¿Te han dejado atrás? El rechazo duele. Pero antes de desquitarte, sé franco contigo mismo. ¿Alguna vez has descuidado a Dios? ¿Has estado siempre atento a su voluntad? Ninguno lo ha estado. ¿Cómo reacciona Él cuando lo descuidas?

La clave para perdonar a otros es dejar de mirar lo que te hicieron y empezar a mirar lo que Dios hizo por ti.



Tomado del libro: En manos de la gracia