El trabajo

Un problema y fuente de conflictos que en la vida matrimonial se pueden dar hoy día con facilidad es el tema del trabajo: del uno, del otro, o de los dos. 

Quizás porque se tiene, sí, pero se considera un trabajo poco digno, pensando que uno estaba preparado para más; aunque se busque, no hay otro. Será, acaso, porque quien tiene ese trabajo no se esfuerza mucho por buscarse otro mejor, porque es un conformista, o piensa que con su mal carácter nadie le va a dar nada y puede estar contento con lo que tiene. Sea por lo que fuere, puede ocurrir que escuche el reproche: «mira a fulano, que es más vivo y ha encontrado un trabajo mejor». Sin querer herir, sino decir la cosa como es, ha causado en el otro una herida añadida a su complejo.

La situación podrá ser que, alguno se quedó sin trabajo. Y con ello, los problemas subsiguientes de que, al faltar el trabajo, faltará el sueldo y los ingresos económicos en la casa; generándose la penuria, y las angustias de no poder cubrir los gastos de los hijos en el Colegio, ni pagar deudas contraídas, ni alcanzar acaso para comer cada día. Pero no serán solamente los problemas económicos que se crean al faltar el trabajo; será también el aburrimiento y el mal humor de quien no tiene en qué ocupar los días, el sentirse relegado a ser ocioso y a no poder ser útil en una edad todavía con fuerzas para rendir, con la humillación de considerarse «un mantenido» mientras con su trabajo debería mantener él a la familia.

Concluimos que solamente vale dialogar sobre aquellos sentimientos que embargan al uno y al otro, abriendo cada uno su corazón para acogerse de verdad y vivir más unidos cuando más lo necesitan, al venir la adversidad. Aunque los problemas acaso no se arreglen, el amor de pareja en peligro sí se arregla con ese diálogo. Vale mucho aprender esta manera de arreglar los problemas con el amor y nunca con las heridas y el enfrentamiento.

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