EL SEÑOR LA PUEDE TRANSFORMAR EN UNA PERLA…

Sabía usted que la perla que se forma del caparazón de las ostras es otro ejemplo de la grandeza nacida de la adversidad. ¿De dónde proviene esa magnífica joya?. Le contaré…. comienza cuando un irritante granito de arena se mete entre los pliegues de una ostra, ésta cierra su caparazón al sentirse herida y empieza a segregar un líquido llamado nácar con el que envuelve el granito de arena que la mortifica. Al cabo de un período variable la partícula termina cubierta por una o más capas de nácar, formando una perla.
Como alguien dijo: “Una perla es una ostra que ha sido lastimada”. Lo que la hirió terminó por ser su corona y su gloria.
El placer, la comodidad y la vida fácil jamás enriquecieron a los hombres como lo hizo la adversidad. Del dolor y de las dificultades han surgido las más inspiradas canciones y conmovedoras poesías. De las lágrimas y del sufrimiento se renueva nuestro espíritu, el Señor nos anima y nuestras vidas son bendecidas.


“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.
2° Corintios 4: 17-18