Levántate, resplandece...




Un campesino quería blanquear su establo con cal. De repente el pulverizador se tapó. El hombre trato de remediar el desperfecto. Pero al aflojar un poco el aparato, salto un chorro de cal que le salpico la cara y entro en sus ojos. Los médicos nada pudieron hacer y quedo ciego.

Más tarde, cuando le pregunta un amigo si ya estaba adaptado a su nueva situación, él contesto que el accidente había cambiado su vida para bien, porque había conocido a Dios. Mientras yacía aun en la cama, empezó a orar. En su angustia clamo a Dios. Siendo niño algo aprendió de la fe cristiana. Pero para él eso significaba someterse a penosos deberes e ir inútilmente a la iglesia. Al principio la vida de ciego le pareció absolutamente   sin sentido y vacía. Pero la fe en Dios fue su esperanza y consuelo.
Cuando volvió a casa pidió que le leyeran pasajes de la biblia. El versículo le fue especialmente precioso. Ahora el mismo lee luego de aprender braille. Aprovecha todos lo contactos con otras personas para hablar de la fuente de fuerza que posee por medio de la fe. –En definitiva agregó él, estoy contento de ser ciego, sino, nunca hubiese conocido a Jesucristo ni hallado el verdadero sentido de la vida.

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
Isaías 60:1