Desánimo

 El desánimo es una de las herramientas más devastadoras del diablo, en sus ataques a los santos
con hambre por el Espíritu Santo. Ha sido el arma preferida del enemigo por siglos contra los elegidos de
Dios. Desde el día que llegaste a la seriedad con las cosas de Dios — determinando en tu corazón conocer a Cristo en su plenitud — Satanás ha procurado desalentarte. Él te ha visto cavar más profundo en la palabra de Dios todos los días. Te ha visto cambiar, creciendo, y venciendo toda mundanalidad. Así que te ha hecho un blanco de fuerte ataque. ¡Y créeme que ese ataque vendrá!

Ahora mismo puedes ser capaz de alabar a Dios con vigor en la iglesia, diciendo, “¡Este es el día de más gozoso que he tenido!” Pero ten cuidado con lo que viene mañana. Satanás usará su arma más poderosa — el desánimo — para tratar de derribarte.

Sin embargo, cuando el ataque venga, no pienses que es extraño. Dios permite esta clase de prueba ardientes con todos sus santos. Pedro escribe, “Amados, no se sorprendan del fuego de prueba, que les ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña les aconteció” (1 Pedro 4:12). ¡El desánimo es una prueba de Dios, que su pueblo ha soportado durante siglos!

Cuándo el espíritu de desánimo del diablo esté presente en tu vida, puedes estar tan turbado, que ni siquiera
puedes susurrar una oración. Pero aunque no puedas pronunciar una palabra, puedes hablarle a Jesús en tu
espíritu. Solo díle suavemente, “Señor, ayúdame. Este ataque es demasiado para mí. No puedo hacer nada
excepto sentarme aquí en fe. ¡Estoy confiando en tu Espíritu Santo para que lo eche de mí.”


“Señor, yo sé que tu Espíritu habita en mí. Y yo sé que lo mandaste para alentarme, reforzarme y revelarme la mente de Cristo. Así que Espíritu Santo, acudo ahora mismo a tí, en fe sencilla e infantíl. Habla a mi
corazón palabras de consuelo. No me quedan más fuerzas. Tendrás que levantarme y dirigirme.”

El Espíritu de Cristo no permitirá que seas engañado. Él te mostrará las cosas buenas que Dios tiene por
delante para ti. ¡Pero debes atreverte a creer que él te hablará!

No vas a desmayar. Vas a salir de tu prueba más victorioso, porque tu fe se habrá probado y tratada
como oro. ¡Y verás que el Señor cumplirá cada promesa que él te ha hecho!